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Caracas, 25 de diciembre Nada más terapéutico que leer en las noches a Marguerite Duras. E mpiezo a entender que el amor también es un petirrojo que canta en la ventana con un escarabajo en su boca. 
Caracas, 21 de diciembre Tengo un amigo que es de las pocas personas en el mundo que me regala libros. Siempre que llega con uno nuevo es mejor que el anterior. Pareciera que presintiera qué necesito para ese momento. Conoce los autores que me gustan, sabe qué libros me faltan de cada uno de ellos, a veces me sorprende la manera en que acierta cuando me hace regalos. Ayer llegó con un libro bajo la manga de Marguerite Duras, "El vicecónsul". Uno más para mi colección. En unos meses estaré regresando a Argentina y él sigue llenando mi equipaje de libros. En broma me decía: “voy a regalarte muchos libros así no puedes irte”. Y eso me causó tanta pero tanta ternura que bailamos salsa a “nuestra manera”, con esto quiero decir que hicimos el intento de bailarla, pero que es más la alegría del encuentro que de demostrar que somos bailarines profesionales. Al fin de cuentas, como le decía, nosotros sabemos leer y escribir. Y allí también se puede bailar.  
Caracas, 30 de noviembre Uno a veces quisiera tan solo poder escribir, en silencio, pero el ruido del mundo desenfrenado, la palabra al borde del delirio.
Caracas, 28 de noviembre ¿Alguna vez hiciste el ejercicio por mudar la piel que duele? 
Caracas, 27 de noviembre Escena de jueves por la mañana: el andén de la estación "La paz" está prácticamente vacío. Se escucha una melodía de fondo, no la reconozco, aunque suena bonita, me quedo escuchando; de repente una señora a mi lado comienza a tararearla. Efectivamente es una canción para Caracas. Siento que el tiempo se detiene. Su voz es armoniosa, canta bajito, emocionada. La observo con detenimiento. Ella no mira a los lados. No le importa quién la escucha, ella necesita cantarle a esta ciudad de la furia. Esas son las cosas que quisiera contarles cada día.
Caracas, 23 de noviembre El acto de escribir hoy domingo se torna testarudo: la mano deja a un lado la dichosa tarea del taller y escribe aquello que el cuerpo le manda.
Caracas, 19 de octubre Domingo en el que quiero que el tiempo se suspenda en el mismo instante en el que la almohada me devore. Y soñar bien bonito y así sucesivamente.