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‎"Ella estaba mirando las cosas que no se pueden decir. Algunas disposiciones de forma le despertaban aquella atención vacía: los ojos sin piedad mirando, la cosa dejándose mirar sin piedad, un tubo de goma atado a un grifo roto, la chaqueta colgada detrás, el cable eléctrico enrollado a un hierro. Buscaba, como manera de mirarlas, ser en cierta manera estúpida y sólida y llena de asombro, como el sol. Mirándolas casi ciega, ofuscada". C.L
“Nada como estar en la patria”, leí hace un momento. Y pensé la imagen invertida: Nada como sentirse distante de la patria. Quería volver a Venezuela, pero por esta familia que somos con Alberto; y por algunos buenos amigos se que fueron arraigando en el corazón. Verdaderamente Caracas no es un sitio amigable, querible. Tal vez si tuviese que llevarme varios lugares de este país posiblemente serían: la Universidad Central de Venezuela, la naturaleza, toda, y los amigos. También muchos sabores que no conocía, principalmente frutas nuevas que probó mi paladar y quedó más que agradecido. Aunque esos no son territorios, son otra cosa; valdría la pena en alguna oportunidad escribir sobre ellas. Y el verde en el iris, sí. El mismo verde que amó Gaby cuando vino. ¿Te acordás?
Cuerpo que se eleva, se abisma, se abre, se agrieta y se agujerea, se dispersa, se echa, salpica y se pudre o sangra, moja y seca o supura, gruñe, gime, agoniza, cruje y suspira. Jean-Luc Nancy.
Caracas, 05 de febrero Lo raro es que los últimos poemas están cercanos a un bosque, a un territorio oscuro, húmedo y muy verde. ¿De Abedules? me preguntaría Enza, y yo no sabría definir aún este lugar. Sólo percibo que podría ser difícil alzar el rostro.
Caracas, 02 de febrero Regresé a Caracas. Emocionalmente, me siento turbia. Agarré la escritura para soltar esta porquería que me tiene atada: un miedo encadenado al cuello. Por ahora sólo puedo describir lo que me pasa pero no logro darle un nombre, hacerlo cuerpo para poder mirarlo de frente.